jueves, 29 de septiembre de 2011

Ritmo









Siempre hay una acción y una reacción, un avance y un retroceso, una elevación y una caída manifestándose en todas las cosas y fenómenos del universo. 
Moles, mundos, hombres, animales, vegetales, minerales, energías, fuerzas, mente, y materia, y hasta el mismo espíritu manifiestan este principio. 
El principio se manifiesta en la creación y destrucción de los mundos, en la elevación y caída de las naciones, en la historia de la vida de todas las cosas y, finalmente, en los estados mentales del hombre.

Empezando por las manifestaciones del Espíritu -el TODO- se verá que siempre hay una Emanación, seguida de Absorción, «la respiración y la aspiración de Brahma», según dicen los brahmanes. 
Los universos se crean, alcanzan el punto más bajo de maternidad y entonces comienzan la oscilación de vuelta. Los soles nacen, alcanzan la cumbre de su poder, empieza el progreso de su retrogresión y después de eones sin cuento se convierten en muertas masas de materia, esperando otro impulso que imparta en ellos nuevas energías internas y que los lleve a un nuevo ciclo de vida solar. 
Y así sucede con todos los mundos: nacen, crecen y mueren, sólo para renacer de nuevo. 
E igualmente sucede con todas las cosas de cuerpo o forma: oscilan de la acción a la reacción, del nacimiento a la muerte, de la actividad a la inactividad, y de nuevo comienza el ciclo. 
Lo mismo pasa con todos los grandes movimientos filosóficos, credos de cualquier clase, gobiernos, naciones, etc.: nacen, crecen, llegan a su madurez, decaen, mueren, sólo para renacer de nuevo.





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