viernes, 25 de febrero de 2011

Bajo una Pequeña Estrella.











Que me disculpe la coincidencia por llamarla necesidad.
Que me disculpe la necesidad, si a pesar de ello me equivoco.
Que no se enoje la felicidad por considerarla mía.
Que me olviden los muertos que apenas si brillan en la memoria.
Que me disculpe el tiempo por el mucho mundo pasado por alto a cada segundo.
Que me disculpe mi viejo amor por considerar al nuevo el primero.
Perdonadme, guerras lejanas, por traer flores a casa.
Perdonadme, heridas abiertas, por pincharme en el dedo.
Que me disculpen los que claman desde el abismo el disco de un minué.
Que me disculpe la gente en las estaciones por el sueño a las cinco de la mañana.
Perdóname, esperanza acosada, por reírme a veces.
Perdonadme, desiertos, por no correr con una cuchara de agua.
Y tú, gavilán, hace años el mismo, en esta misma jaula,
inmóvil mirando fijamente el mismo punto siempre,
absuélveme, aunque fueras un ave disecada.
Que me disculpe el árbol talado por las cuatro patas de la mesa.
Que me disculpen las grandes preguntas por las pequeñas respuestas.
Verdad, no me prestes demasiada atención.
Solemnidad, sé magnánima conmigo.
Soporta, misterio de la existencia, que arranque hilos de tu cola.
No me acuses, alma, de poseerte pocas veces.
Que me perdone todo por no poder estar en todas partes.
Que me perdonen todos por no saber ser cada uno de ellos, cada una de ellas.
Sé que mientras viva nada me justifica porque yo misma me lo impido.
Habla, no me tomes a mal que tome prestadas palabras patéticas y que me esfuerce 
después para que parezcan ligeras.







martes, 22 de febrero de 2011

Fin del Ciclo








Las hojas caídas obstruyen el camino.
Imagino que soy el que no soy.
Aquí me estoy muy quieto.
Procuro no moverme
y ocupar el mínimo espacio.
Como si ya no estuviese allí.
El silencio es el original,
las palabras son la copia.




sábado, 19 de febrero de 2011

He aprendido a amar a los hombres...



«Reb Gaon»

                                                                                                                                                                  




He aprendido a amar a los hombres en el momento en que aspiraba,
con todas mis fuerzas, a ser amado.
     Así aman los judíos a los judíos .
     He aprendido a ser un hombre.
     He aprendido a hablar pomposamente del hombre.
     Así hablan los judíos de los judíos.
     Mis palabras, un día, se me hicieron extrañas, y me callé.
     « La historia de mi alma es la de las letras del alfabeto 
cuya forma ha hecho sensible a mis sentidos el camino
a través del espacio y el tiempo, hasta su unión en la palabra, 
a la hora y en el lugar previstos de mi nacimiento.
     Nunca estamos colocados, en relación con los demás ,
 a igual distancia del lenguaje, porque nos movemos de forma diferente
en esas regiones del corazón y del espíritu que abarcan los vocablos. 
Estamos cerca o lejos de la verdad de la palabra según la hayamos seguido al pasar
 o hayamos abandonado todo para sorprenderla.
     La palabra es virgen. He asistido a su despertar.
     La historia de mi alma es la historia apasionada de mi búsqueda del verbo, 
donde el universo es el premio de mi pensamiento.»







jueves, 17 de febrero de 2011

Falseare la Leyenda



«no puedo perdonar la muerte agria de mis dias»




Quiero pintar de blanco la hierba de la pradera
y el compacto césped que recubre los jardines;
todos pensarán que venció la fuerza del desierto
y yo seré durante años el Dueño de la vida,
dejando que me acaricie la tibieza del sueño alado
y tiñendo al atardecer lo que brotó del rocío;
mi pincel será la cascada cuyo estruendo nunca percibo
y mi pintura las aguas que en ella se enroscan furiosas,
y los que por los aires naveguen
verán surgir la nieve del pecho abierto del Verano,
variarán de canción los motores aceitosos
y enarcarán las cejas los pilotos sin mirada.

Danzaré entre las hojas chamuscadas por el frío
y los demás conmigo,
pero ellos caerán extenuados
y sus músculos heridos servirán para tensar mi nuevo arco
y clavar en sus corazones suplicantes mensajes de amor
que sin duda secará el aliento de la lluvia;
y arrebataré a los niños la dejadez que me apasiona,
se marchitará colgada de las moreras,
como los plásticos sucios en el invierno espinoso.

Beberé el líquido que corre con el Nilo,
despojaré de su piel al fornido rinoceronte,
falsearé la leyenda y ésta me pertenecerá,
poseeré los campos de maíz y los quejidos sin motivo,
dividiré el tesoro del pirata para llevármelo entero,
y, llegado el momento,
cuando las ilusiones ahoguen el desengaño,
nada quedará sin ser devuelto
y mi alma os alegrará con una sonrisa. 







martes, 15 de febrero de 2011

Homenaje a la Soledad.



«a diferencia del español la palabra arbol en árabe es femenina»











SOLEDAD - jardín con un sólo árbol.

Desde la infancia por este camino vamos mi amigo el poeta y yo.
¡Qué extraño!
Sus pasos todavía vuelan con el polvo.

Mi amistad es para el narciso.
Mi amor es para otra flor que no mencionaré.

Sediento sólo me saciará un agua que no puedo alcanzar.

El que no tengas secretos también es un secreto.

Sé ausencia para permanecer como pregunta.

Amo la lluvia que ama la palidez de la tierra.

Si no actúas, más que para realizar aquello que deseas,
¡qué ínfimo es lo que haces!

Prefiero la traición de la palabra a la palabra,
que la fidelidad de la piedra a la piedra.

¿Tras la altura el descenso?
No lo creo-
Lo alto lleva siempre hacia lo más alto.

Lo que te dices a ti mismo, se lo dices al otro-
aunque no te lo propongas.

No conozco de lo que conozco más que mi ignorancia de lo que aún desconozco.
Dicen: lo fácil es imitar.
¡Ah! Si pudiera imitar al mar.

Siempre olvido lo que poseo para poder liberarme de lo que me posee.

El individuo es unidad de lo infinito.
La multitud es el infinito de la unidad.

A veces el sol no puede alumbrarte y una vela te alumbra.

Mi deseo- que mi capacidad de deseo
sea mayor que mi capacidad de realizar mis deseos.

Un hombre solo: un ala. 
Una mujer sola: un ala rota.

Saldré de mi soledad  mas ¿para ir adónde? 

Me pongo frente al espejo no para mirarme
sino para asegurarme:
¿de verdad eso que veo soy yo?

El arco iris juró vagar eternamente porque perdió su primera casa.

Ayer , al despertarme, vi al sol frotarse los ojos
en el cristal de mi ventana.

Afirmo que el sol es otra sombra, mas no tengo pruebas.
Afirmo que la luna es otro fuego- tengo muchas pruebas.

Mis días pasados tienen una tumba sin cadáver.

¡Qué extraña es mi memoria!:
Un jardín repleto de toda clase de árboles y no veo ni un sólo fruto.

Las palabras que conozco se han tomado en un bosque de tristeza.

A veces siento que el abismo al que me asomo
no es lo bastante amplio para mis pasos.

Confieso mi error- creo que era acertado.

Siempre que pregunto me divido en dos:
mi pregunta y yo-
La pregunta busca respuesta,
yo busco otra pregunta.

¿Por qué aquella noche sentí que el cielo era la guitarra de la noche
y las estrellas sus cuerdas rotas?
¿Será porque dormí solo?

Ahora sé por qué alaban, a veces, a las tinieblas
los que no sueñan más que con la luz.

Escucho en las palabras campanadas
que anuncian mi tercer nacimiento.

Todo lo que no he escrito lo he olvidado.
Y ahora es lo que me escribe.

Escribe- esa es la vía suprema para leerte a ti mismo
y escuchar al mundo.

Dale los buenos días a tu camino
si quieres que el sol te acompañe.

Me rebelo contra la llama que me guía.
La llama a la que guío se rebela contra mí.

Abro un lago para el olvido
y ahogo en él mi historia.

Demasiado tarde para que seas tú mismo y para saber quién eres-
se te escapó la infancia.

Me das tu rostro, te doy mis pensamientos.
El rugido es nuestra promesa:
puedes guiarme, mar.

Para ser hermano de la mañana
debes confraternizar con la noche.

¿Qué hacer por este cielo que se marchita en mis hombros?

Para que ardan en ti los bosques de imágenes
basta con calentarte al fuego del sentido.

Al principio fue la pareja,
luego el primer pecado que se llamó el solo, el único.
Así escribiré la palabra pareja,
como si excavara una fuente, y la pronunciaré
como si fuera a brotar agua.

Todo arde en tomo a él-
fuego en el aire, fuego en el agua.
¿De dónde viene entonces este frío
que penetra en sus miembros?

Puedes protegerte contra todo
menos contra el tiempo.






viernes, 11 de febrero de 2011

A ti, que crees que existo...




«Me tengo cerca y me busco lejos cuando existo»








A ti, que crees que existo,
¿cómo decir lo que sé con palabras cuyo significado
es múltiple; palabras, como yo, que cambian
cuando se las mira, cuya voz es ajena?
¿Cómo decir que no soy
pero que, en cada palabra,
me veo, me oigo,me comprendo, a ti, cuya realidad
renovada es la de la luz a través de la cual
el mundo cobra conciencia del mundo
perdiéndote pero que respondes
a un nombre prestado?
¿Cómo mostrar lo que he creado
fuera de mí, hoja tras hoja,
donde todo rastro de mi paso
está borrado por la duda?
¿A quién se le han aparecido esas imágenes que ofrezco?
Reivindico, en último extremo, lo que me es debido.
Cómo demostrar mi inocencia
cuando el águila ha volado de mis manos
para conquistar el cielo que me atenaza?
Muero de orgullo en el límite de mis fuerzas.
Lo que espero está siempre más lejos.







miércoles, 9 de febrero de 2011

Campanas de Diamante


«Luz clara y cuerpo ilusión son uno.»








Cuando oigo vibrar el centelleo de las campanas vacías me doy cuenta
de que Napoleón tenía dedos en los pies 
Frankenstein un dedo gordo
Hayagriva caballo cósmico un dedo gordo partido
La Virgen María pies blancos se casó con José pies morenos, la inseminó 
una blanca paloma transparente con tres dedos en los pies
¿Cuántos dedos tiene Dios? Nadie conoce los pies de Yavé
¿y los de Alá? Mahoma, proféticos diez
Jesucristo bien que besó dedos humanos
Sealo, el Muchacho Foca que tenía en los hombros manos aletas
con dos dedos podía fumar y escribir a máquina con los diez dedos de los pies
vendía inodorcitos blancos envueltos en papel higiénico, souvenirs a un dólar
Shelly diez puros dedos pálidos
Michelangelo tuvo cinco dígitos por pie, Da Vinci trazó diez sobre sus dos pies
Los dedos de las moscas se quedan pegados en las telas de araña
Las arañas deslizan sus pies veloces por las redes pegajosas
pican las plantas, los dedos se enroscan
Me golpeé el cuarto dedo de mi pie descalzo con la escalerita una noche oscura 
de un viernes, pero aún se mueve
caminar sobre el barro con nieve es duro, duele la espalda
John Madison tiene dedos de chocolate
Hitler dedos naturales
Buda diez dedos iluminados en sus pies descalzos
Apoyar mi cráneo sobre almohadas nocturnas, descansar en el regazo de Tara entre sus dedos suaves
Lama Yab Yum sueña con 20 dedos
Vacío billones de dedos innumerables
Cuando los hombres envejecen se les ponen duras como marfil las uñas de los pies
A los cenotafios les crecen uñas muertas
Napoleón llevaba uñas del pie dentro de sus botas bien lustradas
Las uñas de los pies del elefante chocan con los codos de las matas
Así de vibrante es el centelleo de las campanas vacías.





viernes, 4 de febrero de 2011

Coreografía









En fin que no he vivido nada.
No sé qué cosa es una guerra
y tengo como prisión al cuerpo
y alma como campo de batalla.


Me debato entre la duda de reflexionar o fluir;
esto es situarse en el palco de los espectadores,
o estar en cada íntimo instante del milagro.


Vivo de pedacitos, pero aspiro a la totalidad,
es decir a Mozart y al poema que me redima
y me revele los espacios absolutos y la nada.


Percibo de mí los sitios más secretos:
la culpa, una tercera conciencia de las cosas,
la dualidad del pensamiento,
la ira pequeña por lo que ya ocurrió.
Pero he vivido poco. Treinta años.
Dos amores de piel y un querer abandonar
esta espera que me señala la vida.


Anhelo la anarquía, 
el más tierno desorden del amor,
la cábala
los relojes de arena y una habitación sencilla.


Quiero tener un destino trazado de antemano,
encontrarme con Dios y los abismos
y no tener conciencia de la llama.
Ser la llama misma y la aventura.


Pero vengo de soledades últimas,
de conversaciones que nunca concluyeron,
de espejos que me miraron desde la infancia hasta ahora,
de abandonados armarios de caoba que fueron
de tías o de abuelas remotísimas.


Cuán poco he vivido.
No conozco la guerra. Y tampoco la paz.
Me duele la orfandad, el desarraigo,
el sentirme extranjera en cualquier sitio,
el no pertenecer
a una familia o a una patria.




No puedo narrar una batalla;
ni hablar del hambre y de la peste,
ni escribir la canción de algún soldado herido,
ni hablar de mujer violada,
ni decir cómo es un cementerio después de una llovizna.


Pero anhelo decir en el poema
que la vida me conmueve,
que respiro mejor cuando me entrego,
que necesito amar de la manera más simple y primitiva.
Me gusta la paz y la defiendo
y la guerra cuando es justa,
y el sabor de las mandarinas cuando llega el verano,
que me gusta ser una y arraigarme en el cosmos,
y sentir que mi vida palpita al mismo tiempo que la vida,
aunque no haya vivido,
aunque mi hambre sea de infinito,
aunque no sepa expresar
que por alguna razón precisa estoy aquí,
a punto de vencer,
a punto de morir,
de vivir.









jueves, 3 de febrero de 2011

Confidencial















Fueron jóvenes los viejos 
pero la vida se ha ido 
desgranando en el espejo 
y serán viejos los jóvenes 
pero no lo divulguemos 
que hasta las paredes oyen.